Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

sábado, 19 de febrero de 2011

MARCOS.

Ojos verdes, grandes, simples, sonrientes. Con él veías la luna en pleno mediodía. Marcos era el revoltoso de la clase, el desentendido a la hora de dar explicaciones. A una edad en la que ellos aun juegan sus juegos brutos de gorilla, Marcos miraba sin disimulo , las piernas desnudas de las chicas, ya que todas íbamos con jumper al colegio.Era de esos que con un ademán gracioso, se ganaba la risa de una mujer y la perdía al segundo siguiente con un exabrupto de su boca.Nunca lo ibas a ver triste, ni pensativo, siempre alerta, riéndose de alguien o tramando alguna broma, de la que después todos nos arrepentíamos... menos él.Recuerdo aquella vez en que pintamos el tapado de visón de la profesora de italiano. Estábamos todos serios, muy callados, la gringa ( asi le decíamos a la de italiano) estaba pasando banco por banco, para corregir el dictado, y si bien no era severa, cuando se enojaba ... ardía troya. En el momento que terminaba de pasar por mi lado, Marcos ( bien llamado " el guasón") me pasó un papelito: pintémosle el tapado con acrílico!!! Nunca me voy a olvidar su expresión, sus ojos llenos de chispa, su boca de labios gruesos y rojos, asintiendo locamente a su propio pedido, no me pude resistir y me hice cómplice de la travesura.Lo cierto es que terminamos los dos en la rectoría, acusándonos el uno al otro. Mi rabia era mayúscula, no podía creer que se dijera inocente. El rector sabía que no podía haber sido yo,mi reputación era impecable. Posdata: él recibió quince amonestaciones... me odiaba!!!
Fue pasando el tiempo, las vacaciones de invierno llegaron y , como agua que pasa bajo el puente, también se fueron.Los días de agosto, apenas tibios, se llevaban de a poco el año lectivo.Eran las tres y cuarto de la tarde, una de las chicas venía corriendo desde la otra punta del patio, diciendo que Marcos quería hablar conmigo... el vértigo que se apoderó de mi fue violento, como si algún gran animal hubiera apoyado sus patas enormes en mi estómago... DECILE QUE NO... y eso fue todo, hasta la semana siguiente.Pero empecé a notar que me miraba distinto y desconfié mas. Su manera de verme se volvió suave, reposada, como pensativa ( raro en él) y se me empezó a ablandar el corazón. Ahora ya sabía que le pasaba y el lo sabía también, la primavera estaba llegando, y con ella el calor de la sangre, el fluir espeso de las hormonas que enloquece en ese no detenerse, ni mirar , reflexivamente, atrás.El asunto, en mi caso, era dejar de pensar en él, no podía. No me levantaba sin haber soñado con el, no comía, había bajado 4 kilos en una semana y mis ganas se hacían carne de solo verlo. Por su lado, no dejaba de buscarme, de sentarse a mi lado, de pasarme notitas con un apretado TE QUIERO. Y yo, aun algo desconfiada, no quería aceptarle nada, tenía miedo.
[Image]Por fin llegó el día de la primavera, en el que en mi país festejamos el día del estudiante, y nos fuimos a hacer pic- nic con todo el curso. Desde que amaneció, la adrenalina minaba mi cuerpo de temblores, estremecimientos incontrolables y yo sabía porque. Algo iba a pasar, lo presentí desde que desperté y ese pensamiento no me dejaba en paz. Preparé el almuerzo pensando en él, salí a la calle y no me lo podía quitar de la mente.Cuando nos tocó subir al bus que nos llevaría al campo, Marcos se adelantó y subió primero, con su mirada triunfal, después subí yo. Me esperó para sentarse conmigo, no paraba de temblar. Pude esquivarlo, y me senté con otra chica que estaba sola. Todo el camino al pic- nic cruzábamos las miradas, y sentimos el vértigo de la tormenta, la sangre helándose y ese sopor evanescente que nos torturaba al juntar, en un tierno segundo, las almas.Por un azar del destino , esa mañana, al llegar , fuimos últimos al bajar,  solo quedó el conductor que no miraba ; y a un movimiento brusco del freno del coche, caímos uno sobre el otro, su cara sobre la mía, sus verdes ojos asustados, su cuerpo apoyado en los lugares idénticos del mio, podía escuchar sus frenéticos latidos, pidiendo a voz en jarro por un beso de amor.Su boca roja se acercaba milimétricamente, se abría dándole paso al húmedo serpentear de su lengua... me quemaba por dentro y no quería apagarme, que ese instante jamas terminara.Sentí que flotaba, a tres centímetros del piso, y su piel de hombre me absorbía, sin desperdiciar una gota de mi. Ese día, Marcos me robó mi primer beso, y con el , la ignorancia que mantiene oculta a la fiera de la sensualidad. Ese día dejé definitivamente de ser una niña, para ser lo que hoy soy, una mujer.

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