Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

jueves, 29 de noviembre de 2012

Y Desear…

Ese gesto huérfano de tus labios, que buscan el beso, que añoran el abrazo... Que van surcando aires risueños, aires agitados, aires veraniegos, aires otoñales, aires de palabras que dejan sin aliento mi alma, una pira que nunca se sofoca, entre el más simple silencio y el trueno de tu voz…
Y desear esa forma tuya tan abrupta de decir las cosas, que lleva la adrenalina hasta las nubes
más altas del cielo... Tu boca que no sabe rezar, la mía que no sabe callar, por eso tan cerca es tan lejos, el silencio es la muerte, y una cruz el viceversa de lo no parido.
…Y desear caminar con los pies bien asentados... en la luna de esta madrugada en que me soñé potra corriendo por la pradera, la pampa me hizo pura sangre y tu recuerdo corrió por mis venas. Agitada, cabalgué en el viento y mis latidos semejaron un genuino titilar de estrellas.
…Y desearte como alas a través del océano, cuando tus sueños robados caen como polvo de hadas en la palma de mi mano… Y en un beso soplado de la ternura de tu viento, bendecidos, te los devuelvo.

Para vos... Ya sabés.

El hombre que vela mis sueños
con sus párpados cerrados,
(cerrojados por inmensas lanzas 

acariciadoras de deseos)
me mira con las manos suaves,
los pies descalzos
y la piel que le crepita en blanco fuego.
Es aquel que con su sonrisa tierna,
me seduce desde un punto
infinitamente lejano del universo,
al que el polvo de mis alas
le da unas cosquillas que siente
en lo profundo, en lo concreto.
El hombre que esta noche vela
junto a mi pintado lecho,
tiene el alma profunda,
el sol en sus ojos dorados,
y mi indeleble marca en su pecho.
Ese hombre, criatura callada
y risueña al mismo tiempo,
conforme va anocheciendo,
acurrucado se duerme,
en mis pensamientos.

La diosa.

El cielo me obsequió una luna, plata sólida sobre la plata del río, que temblorosa, tiritaba de frío... y siguiendo el camino que deparan los rojos telones bajos del sueño, fui de puntitas, sin hacer ruido... para no opacar el canto diminuto del rocío. Te evoqué en la alucinación que proyectaban miles de diamantes sobre una gran telaraña invisible, moviéndose al ritmo calmo del río. Ahí estabas, en las palabras, cada una dicha, reafirmada y re grabada en los sonidos que traía el correr del tiempo, en la agonía de la que nace el amanecer. Me dejé caer en la hierba húmeda, olía a tierra fresca, como antes de llover, volví a cerrar los ojos en busca de sensaciones que me dejaran latir con el universo, pero ese latir innominado solo me llevó a vos. Te pensé en el suspiro suave del oxigeno, en el rugir salvaje de los recuerdos. Y dejé que la lluvia me mojara de lleno, que el rumor de mis venas gritara en medio de la tormenta, aquellas palabras que nunca me animé a decirte, y que solo las escuchas en susurros, mientras desde mi cama, inevitablemente, te sueño.



viernes, 16 de noviembre de 2012

Soy esa mujer.


Soy mujer, con el alma besando los bordes del océano, creando costas con espirales de luz en las manos, pero llevo bien adentro cimentada, y asomando por los poros, la cordillera del norte al sur de mi piel...
Aunque no le guste al resto de la creación, básicamente soy humus aguardando la semilla, superficie sedienta, corteza llena, rebosante de los misterios de estar viva... La que espera el beso apasionado de la lluvia, el agoste del sol, el azote del viento... Pero también soy esa que un día se levanta en sismo certero y hace retemblar las bases mismas de tu océano. Abrite a las caricias en silencio de mis manos pobladas de naturaleza, y sin darte cuenta habrás llovido sobre mis campos en flor.