Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

jueves, 29 de noviembre de 2012

La diosa.

El cielo me obsequió una luna, plata sólida sobre la plata del río, que temblorosa, tiritaba de frío... y siguiendo el camino que deparan los rojos telones bajos del sueño, fui de puntitas, sin hacer ruido... para no opacar el canto diminuto del rocío. Te evoqué en la alucinación que proyectaban miles de diamantes sobre una gran telaraña invisible, moviéndose al ritmo calmo del río. Ahí estabas, en las palabras, cada una dicha, reafirmada y re grabada en los sonidos que traía el correr del tiempo, en la agonía de la que nace el amanecer. Me dejé caer en la hierba húmeda, olía a tierra fresca, como antes de llover, volví a cerrar los ojos en busca de sensaciones que me dejaran latir con el universo, pero ese latir innominado solo me llevó a vos. Te pensé en el suspiro suave del oxigeno, en el rugir salvaje de los recuerdos. Y dejé que la lluvia me mojara de lleno, que el rumor de mis venas gritara en medio de la tormenta, aquellas palabras que nunca me animé a decirte, y que solo las escuchas en susurros, mientras desde mi cama, inevitablemente, te sueño.



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