El hombre que vela mis sueños
con sus párpados cerrados,
(cerrojados por inmensas lanzas
acariciadoras de deseos)
me mira con las manos suaves,
los pies descalzos
y la piel que le crepita en blanco fuego.
Es aquel que con su sonrisa tierna,
me seduce desde un punto
infinitamente lejano del universo,
al que el polvo de mis alas
le da unas cosquillas que siente
en lo profundo, en lo concreto.
El hombre que esta noche vela
junto a mi pintado lecho,
tiene el alma profunda,
el sol en sus ojos dorados,
y mi indeleble marca en su pecho.
Ese hombre, criatura callada
y risueña al mismo tiempo,
conforme va anocheciendo,
acurrucado se duerme,
en mis pensamientos.
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