Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

viernes, 12 de agosto de 2016

Tu cuerpo tendido (A un año de coincidir)

Aquel que simula llanura y besa ondulaciones en las curvas vegetadas de su piel... Que cierra sus ojos y se deja observar, abriendo cada poro al placer del viento cálido de mi boca. Aquel que extiende su bella geografía, como un mapa que cuasi esconde un tesoro de manantiales crecientes entre sus piernas fuertes, lleno de pasión.
Aquel al que sobrevuelo en busca de agua, en busca de fresco... Aquel, del que deseo devorar con las grutas celestes de mi cuerpo, su prado en flor.
Clarissa Cristal







sábado, 6 de agosto de 2016

¿Donde estás?

Oxidadas vías de tren. Miles de ellas confluyen en un camino redondo e iluminado por el amanecer neblinoso. El sol lucha, en un baile desenfrenado, por filtrarse entre los hierros retorcidos de una garganta sin fin. Salgo del vagón olvidado y atravieso las vías. Hace frío. Sólo se oyen el goteo eterno de la escarcha derretida y el castañeteo imparable de mis dientes. A medida que me acerco, el camino se queja debajo de mis pies. Al borde del pozo te busco, agua y metal. Tacto dentado de viejos engranajes... Veo tus ojos, tus manos, pero no puedo encontrarte.
Clarissa Cristal

martes, 19 de julio de 2016

Verde y Magenta

Pinté quimeras de color magenta,
con dorados rizos y azul,
rayando la luz de las estrellas
en el alma de tu alma ,
en la carne enrojecida,
en el brillo de las frutas maduras,
de la boca sedienta, ahogada de saliva,
y en el cielo de unos ojos de almendras.
Con caricias alba dibujé mi nombre,
sobre tu piel morena.
Y hoy, a golpe de oleaje verde furibundo,
dejás grabada
para siempre en mi playa,
la V de tu victoria.


Clarissa Cristal

Sin filtro ( Poemas visuales )

Lleva la carne atizada de mis latidos y el alma enlazada a mis paisajes íntimos. Tatuajes de colores y mi sabor, han viajado por sus venas... Sus neuronas conocen mi esencia, su piel el tacto de mi voz.
Los recuerdos ya carecen de la carne, y las violetas mandalas tratando de revivir la tumba del ayer. Démosle pasas del fruto prohibido...
No! El río calmo no se encuentra dormido! Camina vegetaciones con regusto a mi!
Clarissa Cristal

martes, 19 de abril de 2016

Sin fin

Cuando tu voz y mi voz, nuestra voz, no era cascada iridiscente que se lanza a través del vértigo del encuentro, éramos puros silencios. La noche nos llenaba los pulmones de frío y la sangre de sueños.
Cuando el amanecer nos sorprendió, con las manos alzadas, esperando el encuentro, y las nubes de lluvia ya se habían cansado de mojarnos el tiempo, ya teníamos pactado, implícito, el arder de la carne, en el altar crepitante del blanco fuego.
Y enroscadas las almas, platinadas de cielo, nos morimos mil veces, en vaivén impoluto, cantándole al sosiego.
Nana que danza en el vientre, un vagido y otra vez silencio.
Clarissa Cristal.

lunes, 14 de marzo de 2016

El viaje


La noche se posó desnuda sobre mi piel. Había llovido y las gotas se mezclaban con el sudor que brotó de nuestros cuerpos. Vos allá y yo por algún lado de mi acá. Deseé como una loca, que fueras una aparición en mi cama mojada. Madrugada cerrada, con olor a tierra húmeda... olor a vos. Salí despacio, la puerta silenciosa me dio un adiós con regusto a olvidos. Caminé descalza una vez mas, como en mis sueños, por el asfalto frío. Las luces de la ciudad se hicieron lejanas, y tu voz cada vez mas audible. Me ardía el alma con tus manos, mojando mis rincones secretos. El camino se fue adaptando a las plantas de mis pies, los grillos cantaban, bajo la helada, otoños nacientes. Me fuiste guiando por la noche con tus resuellos de animal encendido, mientras el mar estúpido rugía, intentando colarse en tus venas. Mi nombre se hizo canto en tu mente, se hizo balbuceo en tus labios y grito en tu clímax. Me situé a un lado de tu lecho, vi la furia y el cachetazo, vi la frustración de su deseo, vi el sol escondido en tus ojos, y vi el miedo. Vi tu espalda lacerada por las bajezas de su ego, vi la conveniencia y el piso de madera, reflejando tus sueños... La próxima vez, me meto entre tus cobijas, te arranco la piel de mentira con la lengua y a ella... la mandamos a dormir al infierno. 
                                                               Clarissa Cristal

viernes, 26 de febrero de 2016

Enero

Tarde de Eros,
una mota gota,
salival, salada,
cayendo, muriendo,
en la grieta prieta,
de infierno perenne...
Manantial de fuego,
hoguera empapada,
yace apuñalada.
Un susurro azul,
resuello morado,
por entre los pétalos,
canta mojado.
Clarissa Cristal

martes, 26 de enero de 2016

Artero y fugaz.

Me atrevo a cerrar los ojos, y el rojiazul me invade, cuando en tímido sueño bates alas, cubriendo el reposo de mis piernas caminantes de vigilias. Todo sobra en un mundo que entra por los ojos y por los oídos, principalmente. Las horas van cobrando matices extraordinarios al correr con la brisa. Pareciera que el destino desatinado se acomoda a los rezos del fiel iluminado que abrió los ojos hoy, y ya no querrá cerrarlos. Mientras decrece la luna y ahoga a las tontas mareas, un templo abre las puertas de par en par al arcángel recién llegado, rotas sus sandalias y con sed de amar.
En onirias cruzadas, gestamos futuros amaneceres de pupilas dilatadas y lazos rojos en la piel.
Mas rompen espejos los haces de luz furibunda, que han entrado como tromba, descubriendo, dormida en el altar, a la Diosa Alba, derramándose en cascadas de agua dulce, en el núcleo latente de la vida.
Clarissa Cristal.

sábado, 23 de enero de 2016

Inevitablemente...

Esa noche de espesa neblina, las paredes fueron llorando hiedras y el azul refulgía indemne por entre el follaje invasivo, verbaloide y mundano, del verso copiado y estéril, del verde sucio de un solo mirar. Por dentro, la casa, mi casa Azul, dejaba caer las estrellas como plumas en la brisa, tapizando la alfombra con el vibrato seco y rítmico de almendras en la piel. Miles de dedos osados, ansiosos de conocerla, se intrincaron en mi extensa cascada de rizos, mientras la casa suspiraba a ventanas abiertas, un cielo entero desfallecer. Caminé descalza, desnuda de deseo, por la orilla soñada de tu secreto nombre (ese que aun no pronuncio y que, algún día, en la cima del canto te susurraré), y elevándome, extasiada, pude ver que el árbol blanco de nuestro ensueño, vuelve a florecer.
Mientras se gesta la primavera, Elú, tumbada en la hamaca, canturrea esa canción con la que ha de nacer.
Clarissa Cristal

sábado, 2 de enero de 2016

Pequeña muerte.

La noche nos llenó las pupilas y los huesos de dulce fatiga. En la sangre salvaje de un poema, quedó el enredo de sábanas, sudor y desvelo.
Edén que se desvanece.
Aún te tengo en el aroma enloquecido de la piel, en la memoria de mis dedos, en la sutil respiración... Floto y me alejo, en el instante mudo, en el nudo ciego, en el ascenso y en el descenso abrupto, del despertar de esta pequeña muerte sideral.
                                                Clarissa Cristal