Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

martes, 19 de abril de 2016

Sin fin

Cuando tu voz y mi voz, nuestra voz, no era cascada iridiscente que se lanza a través del vértigo del encuentro, éramos puros silencios. La noche nos llenaba los pulmones de frío y la sangre de sueños.
Cuando el amanecer nos sorprendió, con las manos alzadas, esperando el encuentro, y las nubes de lluvia ya se habían cansado de mojarnos el tiempo, ya teníamos pactado, implícito, el arder de la carne, en el altar crepitante del blanco fuego.
Y enroscadas las almas, platinadas de cielo, nos morimos mil veces, en vaivén impoluto, cantándole al sosiego.
Nana que danza en el vientre, un vagido y otra vez silencio.
Clarissa Cristal.

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