Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

sábado, 23 de enero de 2016

Inevitablemente...

Esa noche de espesa neblina, las paredes fueron llorando hiedras y el azul refulgía indemne por entre el follaje invasivo, verbaloide y mundano, del verso copiado y estéril, del verde sucio de un solo mirar. Por dentro, la casa, mi casa Azul, dejaba caer las estrellas como plumas en la brisa, tapizando la alfombra con el vibrato seco y rítmico de almendras en la piel. Miles de dedos osados, ansiosos de conocerla, se intrincaron en mi extensa cascada de rizos, mientras la casa suspiraba a ventanas abiertas, un cielo entero desfallecer. Caminé descalza, desnuda de deseo, por la orilla soñada de tu secreto nombre (ese que aun no pronuncio y que, algún día, en la cima del canto te susurraré), y elevándome, extasiada, pude ver que el árbol blanco de nuestro ensueño, vuelve a florecer.
Mientras se gesta la primavera, Elú, tumbada en la hamaca, canturrea esa canción con la que ha de nacer.
Clarissa Cristal

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