La noche nos llenó las pupilas y los huesos de dulce fatiga. En la sangre salvaje de un poema, quedó el enredo de sábanas, sudor y desvelo.
Edén que se desvanece.
Aún te tengo en el aroma enloquecido de la piel, en la memoria de mis dedos, en la sutil respiración... Floto y me alejo, en el instante mudo, en el nudo ciego, en el ascenso y en el descenso abrupto, del despertar de esta pequeña muerte sideral.
Edén que se desvanece.
Aún te tengo en el aroma enloquecido de la piel, en la memoria de mis dedos, en la sutil respiración... Floto y me alejo, en el instante mudo, en el nudo ciego, en el ascenso y en el descenso abrupto, del despertar de esta pequeña muerte sideral.
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