Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

viernes, 8 de marzo de 2013

SER, ESTAR, Y NO PARTIR.

Tarde de silencios y de espera, de sentarse con la cabeza gacha en el cordón de la vereda. De a ratos, oteando a la distancia, esperando ver tu sombra andante doblar la esquina, y sentir el temblor en la garganta, cada vez que se acerca amenazante el taconeo ajeno, de alguien mas que llega a destino. Las tardes de otoño son tremendamente melancólicas y ardorosas a la vez. Son tardes de imaginar, tardes de letras enloquecidas que se agolpan en mi mente queriendo salir, amenazando quemarse ahí mismo y dejarme sin el extremo placer de volar.
Las baldosas de la vereda, se van borrando, como si una inundación se suscitara a plena luz del sol. Es cierto que mientras mas absorto te encuentre el momento, la sensación de flotar es mas real para el cuerpo... Así me encontró tu presencia etérea en ese ocaso, sumida en el ensueño de mis zapatos rojos, en la acera de agua y brisa que el otoño hacía fluir, desmadejándola lentamente. En que momento entramos en la bañera? No sé. El agua que, luminosa, acechaba las veredas, nos cubrió la desnudez; y mis manos, que con ansiedad y dulzura te anhelaban desde antiguo, navegaron palma y dorso por el mapa suave, presentido de tu piel. Sentir las concavidades y convexidades que atesoraba en recuerdos no vividos, me llevó a tiempos pretéritos, de placeres simples como sumergirse en la bañera de bebé, un día de calor bajo la mirada vigilante de una madre, la sensación del tacto propio... Así sentí al tocarte... Tu piel mía, tu cuerpo mio, tu alma mía. Y nos cubrimos de fuego las manos, nos quemamos sin dolor, lentamente, como si así nunca fuera a terminar la vida.Conectando los cuerpos, a base de sinapsis, nos llenamos de blancas explosiones, cegados... Y las bocas fueron nuestros ojos, las lenguas el cable a tierra, una cadena giratoria de energías fundidas en piel, músculos y suspiros... (¿ Alguna vez te dije que tu piel, tu humedad sabe a cielo, a mar, a lágrimas?) Vibratos reberberantes en agua evaporada ante la fusión de esencias, ambos deshaciéndose en el temblor de caderas y rodillas... ¡ Explotá de estrellas quiméricas en mi dulce agónica oscuridad! Nada termina en el éxtasis, mas bien empieza. Un universo recién parido, solo para los dos...
Pasó una hora y aun no estás, las aguas retroceden, las luces se van retirando al descanso, la noche de luna llena invade los rincones... Me apoyo en un árbol, tranquila, y el taconeo de tus botas, tu sombra amada, da vuelta la esquina... Mi cuerpo es esta vez, en el abrazo concreto, el que te siente llegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario