Camino andado y desandado, es uno solo. Los pies rotos y la carne seca, del avanzar mendigo de un amor de quimera. Cúmulos de dudas, de dolor y de impaciencia, de añorar lo antiguo, lo ancestral y tu amor, mi único cielo, de primaveras eternas. No sabía que solo debía extender mis manos para encontrarte, ni que con solo cerrar los ojos, iba a hallar tu mirada reposada en la espera y tus brazos abiertos, tu perfume, tu calor... tu alma serena...
¡Y es que yo me fui detrás de otros, de muchos, de todos! Pero no... detrás de los otros no había mas que mezquindad, miseria, tristeza y una enorme vasija que llenar, como la mía...
Veo tus manos y una docena de anillos. Uno de papel negro, uno de tela, uno de lana, otro de soga, otro de pequeñas margaritas, otro de agua clara, otro de viento, otro de fuego, otro de bronce, otro de plata, otro de oro y el último de platino y diamante... me pedís que elija... A mi, la que te falló, la que se fue... ¡Ninguno merezco!
...
Tus brazos me rodean otra vez, tu luz, el dorado de tus ojos... y me ponés el de diamantes diciendo: YO TE HICE PARA BRILLAR.
¡Y es que yo me fui detrás de otros, de muchos, de todos! Pero no... detrás de los otros no había mas que mezquindad, miseria, tristeza y una enorme vasija que llenar, como la mía...
Veo tus manos y una docena de anillos. Uno de papel negro, uno de tela, uno de lana, otro de soga, otro de pequeñas margaritas, otro de agua clara, otro de viento, otro de fuego, otro de bronce, otro de plata, otro de oro y el último de platino y diamante... me pedís que elija... A mi, la que te falló, la que se fue... ¡Ninguno merezco!
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Tus brazos me rodean otra vez, tu luz, el dorado de tus ojos... y me ponés el de diamantes diciendo: YO TE HICE PARA BRILLAR.
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