…Y pasadas las doce nos cayó la noche encima, con el arder de las estrellas en la piel, en los ojos, que se desdibujaban en las llamas locas del deseo.
Confundimos lo esperado con las quimeras, lo rojo con lo azul, la tarde con el incendio de monte de nuestros centros precisos… Y el tiempo se detuvo en un jadeo sin nombre, en tus dedos húmedos de rocío, en mis manos sedientas, y las velas nos prendieron fuego la vida. Más cuando el tiempo arrancó de nuevo, las sábanas carbonizadas debajo de nuestra piel lozana, el sol nos dejó ver el milagro de la naturaleza creciente sobre las CENIZAS...
Confundimos lo esperado con las quimeras, lo rojo con lo azul, la tarde con el incendio de monte de nuestros centros precisos… Y el tiempo se detuvo en un jadeo sin nombre, en tus dedos húmedos de rocío, en mis manos sedientas, y las velas nos prendieron fuego la vida. Más cuando el tiempo arrancó de nuevo, las sábanas carbonizadas debajo de nuestra piel lozana, el sol nos dejó ver el milagro de la naturaleza creciente sobre las CENIZAS...
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