Brinda la noche su ensueño agreste de páginas mojadas, el libro de la vida guardado en azules cántaros bebidos en silencio. Tiendo a alargar la mano y enredar mis dedos en los vellos abundantes de tu pecho, mientras la luna de tu cara duerme agitada, poniendo a prueba mi sigilo. Y el aire se llena de incesantes melodías que subyacen en tus venas y se enlazan con el fluir vertiginoso de mi sangre caliente de fiera. Y las notas que se escapan susurradas de tus labios breves y rojizos, van danzando en espirales uniformes hasta caer en rotundos tornados en MI TU ombligo... El puente nunca dejará de ser el puente, y tu canto sonámbulo y sereno, mi rugir en las venas, tu latido, nunca dejarán de mantenernos unidos.
C.C
C.C
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