Colores de un alma que crea desde la celda de un neuropsiquiatrico. Una ninfa que inspira poemas y relatos fantásticos. Una historia que no tiene final...

lunes, 14 de abril de 2014

La puerta.

Cerró la puerta y se sentó en el piso con un aire de suficiencia, con la mirada llena del deber cumplido. Se imaginaba que del otro lado él miraba la puerta sin entender y hasta tenía la misma sensación de apocalipsis en miniatura. Mientras ella lo quiso, la puerta se mantuvo abierta y se derramaban hacia afuera los aromas de su cocina, de su ropa limpia, del calor... del amor. Le obsequió arco iris sobre jardines, vuelos sobre sus alas, cabalgatas rasando el infierno que acababan con un golpe de éxtasis en el cielo y su femineidad en primavera eterna con promesas transparentes sobre la piel... ESTÚPIDAAA! Tarde aceptaste que todos son iguales! Se sacian el ego y se mandan a mudar! O terminás esclava de un idiota que te arrea con las riendas de los afectos, de las obligaciones, los prejuicios machistas... y te deja sola a la primera pista de que la vida se pone difícil.
Lo pensó de las puertas para adentro, lo lloró como se lloran a los muertos queridos, lo bendijo en las fotos que conservaba de él. Intentó hacer un álbum mental con las charlas, las risas, los chistes, las frases y los versos, hasta que una sonrisa se le dibujó con la luz de los sueños, se puso el delantal y volvió a la cocina, la esperaba un cordero listo para ser guisado.
Clarissa Cristal.

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