Se gestaba siempre mansa,
canturreando en las brisas,
bajo cielos de templanzas,
en los vientos y en las risas,
en los soles y en las lunas,
en la panza y en la cuna.
Iba bailando en su origen,
en los puntos de una recta sin cota,
y por momentos volaba, era contagiosa,
cielo y tierra unía en su danza.
Hoy, a horas del desvelo,
con manos juntas y el alma en ruego,
Dios nos permita pedir, quite del juego,
a la mujer parchada que despliega sus alas,
mientras la muerte espera en pañales
mojados de llanto y sangre,
en brazos del ángel oscuro...
Dos palabras, tres gemidos,
estallido de cristales,
que enmudecen con recelo,
el ansiado grito de PAZ.
canturreando en las brisas,
bajo cielos de templanzas,
en los vientos y en las risas,
en los soles y en las lunas,
en la panza y en la cuna.
Iba bailando en su origen,
en los puntos de una recta sin cota,
y por momentos volaba, era contagiosa,
cielo y tierra unía en su danza.
Hoy, a horas del desvelo,
con manos juntas y el alma en ruego,
Dios nos permita pedir, quite del juego,
a la mujer parchada que despliega sus alas,
mientras la muerte espera en pañales
mojados de llanto y sangre,
en brazos del ángel oscuro...
Dos palabras, tres gemidos,
estallido de cristales,
que enmudecen con recelo,
el ansiado grito de PAZ.
Clarissa Cristal
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