El plic plac extremo, de todos tus mares,
cayendo al vacío de mis mas profundos deseos.
Ahí donde las palabras callaron para siempre
la espera inaudita de tu simiente sublime.
Ahí donde el verbo de tu cuerpo me llenó por completo
de la irreverencia absoluta de tu alma.
Y mis suspiros surcaron mil cielos rojizos,
cuando ya no pude mas y grité que te quiero
y mis besos te llenaron de estrellas blancas.
Hasta los pájaros que estaban dormidos,
del susto y del escándalo, volaron lejos.
Y reímos, en medio de la tensión extrema,
cuando el orgasmo nos envolvió en las llamas,
y nos quedamos presos en las retinas plenas
de los ojos de los que nos miraban.
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