Llueve y te recorro en un recuerdo sin final, pintando tu cuerpo con las imágenes que dejaste tatuadas
en mi sangre loca de deseo. Infinidad de haces de luz, iluminando tus pupilas tristes, girando en
derredor nuestro, y, las partículas de polvo que pululan en el aire que respiramos, se transforman en
estrellas que se adhieren a tu cabello ondulado y precioso, haciendo de oro todo tu cuerpo celestial.
En esa sensación tan placentera y palpable, luminosa y fugaz, me dejo llevar por tu ensueño, porque
sé que aunque te deseé sin medida, te llamé hasta quedar ronca, lloré mares de SOLEDAD en la multitud
disfrazada de bondad, y te amé en el silencio de las letras escritas, hoy no estás...
Pasos que resuenan en el pasillo, ROCE de ropa gruesa, y la respiración pausada, profunda,
angustiada, de quien vuelve montado en la incertidumbre de mi nombre, asiendo una imagen de
hace diez años, y cayendo en catarata al infinito, tu propia soledad no saciada, ocultas en las luces
y las sombras de esta noche de TORMENTA.
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